domingo, 27 de marzo de 2011


Siglo XVIII. Nos encontramos en los finales de la corriente musical llamada Barroco, y a mediados de este mismo siglo comenzará la corriente conocida como Clasicismo, a través del llamado período Galante. En el resto de las artes será conocido como Neoclasicismo. El término clásico fue empleado para referirse a perfección, proporción, equilibrio, culminación, y no implica ninguna referencia a la cultura clásica grecolatina, puesto que se partió de modelos bien distintos.
Un importante instrumento de teclado se va a inventar a principios del siglo XVIII que surge como respuesta a la necesidad de aumentar el sonido y la expresión, que no ofertaba el clave; el piano-forte, instrumento de teclado, de cuerdas golpeadas, capaz de matizar, es decir, variar la intensidad sonora mediante la distinta presión ejercida por los dedos sobre las teclas. Fue construido por el italiano Bartolomé Crisóforo en 1709. Fue perfeccionado posteriormente con la incorporación de pedales y apagadores.
Diferencias mecánicas entre el clave y el piano-forte:

El clave: (también llamado clavecín, cémbalo, clavicémbalo, clavicímbalo o gravicémbalo. No confundir con él). Su estructura básica es uno o dos teclados o manuales, en los cuales, al presionar
cada tecla, una púa de pluma de ganso, de cuervo o cóndor (llamada plectro),
que se encuentra en una pequeña estructura de madera llamada martinete o saltador,
eleva la cuerda correspondiente, punzándola. Esto produce un sonido determinado
(nota). El volumen del instrumento no varía, al menos perceptiblemente,
según sus teclas se opriman suave o fuertemente, sólo se
consigue un cambio de volumen agregando registros o  acoplándolos. El arte de ornamentar una
línea melódica permite también sugerir efectos dinámicos.


El piano-forte: en él las cuerdas no se golpean, sino que se pulsan. Además contrariamente al formato rectangular del último, el clave, es aliforme y de mayor tamaño. Una caja armónica más voluminosa le ofrecía en consecuencia, una potencia sonora superior lo que le valió una rápida integración en los grupos elementales y su participación en la música vocal y operística, a menudo como acompañante del bajo continuo. Es de notar que el fortepiano -llamado así a mediados del siglo XVIII, nombre que se trocó a finales del mismo siglo por la denominación de pianoforte, para adquirir más tarde, ya en el siglo XIX, la de piano-, fue una conjunción entre el clavicordio y el clave, ya que en el primero se inspiró su mecanismo percutor y le dio, por ende, la posibilidad realizar gradaciones dinámicas, mientras que el segundo le aportó el formato.